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Cuchillos de hueso, restos de vacas o gatos en el patio de una escuela, chicos que hurgan en la basura de sus vecinas, botellas de cerveza enterradas, laboratorios saqueados y enterrados…. De estos (y muchos otros) elementos viven los arqueólogos, capaces de emocionarse por los hallazgos más inesperados en su excavaciones. En este libro, Daniel Schávelzon y Ana Igareta hacen hablar a los objetos y a sus contextos, y nos cuentas sobre el trabajo del arqueólogo, su búsqueda de huellas, su entusiasmo por un puñado de huesos, pedacitos de baldosas y hasta entradas de cine rotas encontradas en la basura. Y, lo que es más importante, nos enseñan cómo interpretar esas pistas, como buenos detectives del pasado: tal vez es allí donde la arqueología se convierte en ciencia, con sus métodos, análisis y discusiones. Como dicen los autores, a metros de la Plaza de Mayo puede estar el siglo XVI; todo sucede en este libro lleno de sorpresas. ¡A excavar en sus páginas!
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